La paciencia es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algo bien.
La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que las cosas que no dependan estrictamente de uno, se les debe otorgar tiempo.
Cuando una persona o situación acaba con la paciencia de alguien, consigue que el sujeto alcance un estado de hartazgo, que se canse y que no soporte más esa realidad. Las consecuencias pueden ser muy variadas, y van desde brotes de violencia hasta el mero alejamiento, el dejarse rendir.
La paciencia, en definitiva, guarda una relación estrecha con la calma y con la paz. Una persona paciente, según las definiciones teóricas, es aquella que sabe esperar y logra tomarse las cosas con tranquilidad. Lo contrario es un sujeto impaciente, que es ansioso y que desea todo de forma inmediata.
Un error muy común es confundir la paciencia con la pasividad, con la falta de compromiso frente a la vida y los obstáculos propios de la realidad humana. Sin embargo, esto es incorrecto, ya que el primer concepto se trata de una facultad que es sinónimo de fortaleza, de perseverancia, y suele ser el pilar fundamental para el desarrollo personal y profesional. No se puede pensar en un gran escritor, o un médico reconocido, ni se puede imaginar a un pintor trascendente que hayan trabajado de forma inconsciente e impulsiva, sin dedicación, sin haber aprendido de sí mismos y de su entorno
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